JOSEFA BALCARCE NIETA DE SAN MARTIN

EL testamento de Josefa Balcarce, nieta de José de San Martín, es considerado un texto de fundamental importancia en relación con la figura del Libertador y con un período de la historia argentina. El documento, que era conocido por los investigadores, estuvo hasta hace poco en manos privadas y se encuentra ahora en el Museo Histórico NacionalEl general San Martín envejecía lentamente en su casa de Grand Bourg. Sus cabellos fueron blanqueándose; sus ojos que se iban apagando por la ceguera, y los variados achaques de su salud, que nunca fue del todo buena, le hicieron temer por su corta familia, constituida por su hija, Mercedes Tomasa San Martín y Escalada; su yerno, Mariano Severo Balcarce, hijo de su camarada de armas, el vencedor de Suipacha, y sus dos nietas, María Mercedes y Josefa Dominga.Su amigo Aguado, marqués de las Marismas había muerto. San Martín tenía setenta años y vivía de las pensiones militares que cobraba de los países en los que había actuado. El dinero no siempre se recibía con regularidad. Ese año de 1848, estallaron en distintos lugares de Europa violentos desórdenes sociales, justificados por las pésimas condiciones de vida de los obreros de la Primera Revolución Industrial. Frente a esos acontecimientos, San Martín decidió trasladarse a una localidad alejada de París y poco habitada, que no pudiera ser escenario de conflictos y que tuviera además un clima marítimo más benigno. El lugar elegido fue Boulogne-sur-Mer. Su mayor preocupación eran sus nietas. María Mercedes, la mayor, había nacido en Buenos Aires, cuando sus padres habían visitado la ciudad en 1833; tenía, por lo tanto, quince años en 1848, cuando se mudaron de casa, y diecisiete cuando el abuelo murió. Josefa Dominga, nacida en Francia el 14 de julio de 1836, tenía apenas doce cuando se trasladaron y catorce cuando falleció San Martín.
El 17 de agosto de 1850, a las tres de la tarde, la vida del Libertador se apagó. El pequeño funeral pasó inadvertido. Fue enterrado en la cripta de la basílica, Catedral de Notre Dame de Boulogne-sur-Mer, y allí honraron sus restos los primeros visitantes que llegaban desde la lejana América. Durante el gobierno de Juan Manuel de Rosas, Mariano Balcarce fue representante de la Confederación Argentina ante Francia. Cuando, después del 11 de septiembre de 1852, la Nación quedó fracturada en dos entidades políticas, pasó a ser representante de la provincia de Buenos Aires. Esto duró hasta el Pacto de San José de Flores, el 11 de noviembre de 1859, por el que la unidad del país quedó restablecida. Terminadas sus funciones como representante, Balcarce se trasladó a la pequeña localidad de Brunoy, cerca de París, donde compró una casa. Pocos años después, en 1860, su hija mayor, María Mercedes, moría soltera antes de cumplir los 27 años. Sus contritos padres hicieron construir para ella una bóveda en el cementerio de esa villa y, el 21 de noviembre de 1861, trasladaron también allí al abuelo, para honrarlos juntos. Ese mismo año Josefa Dominga contrajo matrimonio con el diplomático mexicano Eduardo María de los Dolores Gutiérrez de Estrada y Gómez de la Cortina, con quien no tuvo descendencia. Mercedes, única hija del Libertador y madre de Josefa, falleció en febrero de 1875; el 20 de febrero de 1885, su esposo supérstite, Mariano Balcarce. Josefa y su esposo quedaron solos en el castillo de Brunoy. Con los años, se desarrolló en la nieta de San Martín un agudo sentido de solidaridad social. Todos los viajeros que llegaron hasta ella la elogiaron por su manera de ser. Hablaba correctamente el español, que aprendió de sus padres siendo niña, puesto que era el idioma que hablaban en el hogar y conocía al detalle los sucesos de la patria lejana de ellos y de su abuelo, padre de su libertad. El 29 de noviembre de 1904 murió su esposo y quedó viuda y sola, a los sesenta y ocho años. Así habría de vivir aún veinte años más. Josefa hizo un culto de la memoria de su ilustre abuelo. Ella representaba, entre los argentinos de aquí y los visitantes de allí, el último pedazo vivo de San Martín. Bartolomé Mitre le escribió y juntos entablaron una correspondencia valiosa. Al gran historiador y humanista Josefa le entregó cuanta información poseía acerca del general. Fue una contribución enorme a la primera biografía documentada de San Martín. Cuando, una vez finalizada, Mitre le remitió un ejemplar de la obra, Josefa le dijo en un párrafo de su respuesta: "(...) a estos sentimientos (de aprecio) se agrega toda mi gratitud por el monumento imperecedero que usted ha levando a la memoria de mi abuelo, el general San Martín (...)."En 1895, Adolfo Carranza, el primer director del Museo Histórico Nacional, le pidió a Josefa Balcarce los objetos y muebles del Libertador para que fueran exhibidos en el repositorio que guardaba -y sigue guardando- los tesoros de la patria lejana. El 30 de mayo de 1899 la anciana dama escribió:"En vista de todos estos patrióticos empeños que tanto honran la memoria de mi venerado abuelo, he decidido -prescindiendo de mis sentimientos íntimos- conforme lo participo a Ud. por la presente, donar desde ahora al Museo Histórico Nacional no sólo todos los muebles de mi abuelo que conservaba yo religiosamente en el mismo orden que guardaban en su cuarto en vida de él (...)."Hizo a tal efecto un listado de dichos bienes y un croquis del dormitorio del Libertador, que el Museo ha respetado escrupulosamente en los últimos cien años. Siendo ya viuda, creó en Brunoy la Fundación Balcarce y Gutiérrez de Estrada, el 1° de diciembre de 1905, para dar albergue y alimentos a los ancianos de la región, que aún hoy se mantiene, y cuyos miembros honran su memoria. En 1914 estalló la guerra más sangrienta de la historia hasta ese momento. Josefa transformó su casa en "hospital de sangre" y atendió a los heridos que incesantemente llegaban desde el frente de lucha. Un día le avisaron que había llegado un carro con soldados alemanes y le preguntaron si podía pasar. Desde una ventana doña Josefa preguntó: "¿Son ellos heridos? Pues bien, éntrelos."Al término de la contienda, Francia la condecoró con la Legión de Honor. La patria soñada En el testamento hecho de su puño y letra, con rasgos firmes pese a sus ochenta y cuatro años, legó sus bienes en la Argentina, la patria soñada de sus padres, al Patronato de la Infancia. También donó parte de su patrimonio a sus sobrinos, a sus amigos, a sus albaceas. En carta a Florencio Lanús dice: "Que Dios proteja a la querida Francia y a "nuestro" querido país (...)."Asimismo, concede en otra cláusula la facultad de continuar su obra en Brunoy, después de su muerte, a la sociedad Filantrópica de París, fundada en 1780. Josefa falleció el 17 de abril de 1924. En el testamento intervino una firma francesa de notarios, la casa Huillier, de París, que fueron escribanos de San Martín y, probablemente, de Aguado. Ese testamento, que se hallaba depositado en el archivo de dicha escribanía y después en el de la familia Dodero Balcarce, le fue entregado al autor de este artículo. Debe exhibirse en el Museo Histórico Nacional que "guarda bajo sus techos todas las glorias argentinas", como se dispuso en el acto de su fundación centenaria. Se lo descubrió en el templete hecho a tal efecto, en la ceremonia del sesquicentenario de la muerte del Libertador el 17 de agosto de 2000. La calle principal de Brunoy recuerda el nombre de Josefa Balcarce. Nuestro país aún le debe un merecido homenaje.



Por Juan José Cresto.
El autor es doctor en Historia. Fue director del Museo Histórico Nacional.(Fuente: La Nación)

ANECDOTAS DEL GENERAL SAN MARTÍN

EL FRAILE
Luego de Chacabuco, San Martín se permitió una venganza humorística contra los realistas . Un fanático fraile agustino, haciendo un juego de palabras, había predicado contra él durante el período de Marcó. "¡San Martín! ¡ Su nombre es una blasfemia!", había exclamado desde el púlpito sagrado. "No le llaméis San Martín, sino Martín, como a Martín Lutero, el peor y mas detestable de los herejes". Llamado a su presencia y con ademán terrible, fulminándolo con su mirada, lo apostrofó: "¡Como! ¡Usted me ha comparado a Lutero, quitándome el San! ¡Como se llama usted?" "Zapata, señor general", respondió el fraile, humildemente. "Pues desde hoy le quito el Za, en castigo, y lo fusilo si alguien le da su antiguo apellido". Al salir a la calle un correligionario le llamó por su nombre. El fraile aterrado, le tapó la boca y prorrumpió en voz baja: "¡No! ¡no soy el padre Zapata, sino el padre Pata! ¡ Me va en ello la vida!".

ESTOS LOCOS
Para probar el temple de sus oficiales organizó una corrida de toros y los echó de lidiadores al circo, en celebración del aniversario del 25 de mayo: Al observar y aplaudir el temerario arrojo con que se portaron, dijo a O´Higgins, que estaba a su lado: "Estos locos son los que necesitamos para derrotar a los españoles".

LOS VINOS DE MENDOZA
Manuel de Olazábal, jefe de escolta del Ejército de los Andes, cuenta que el General lo había invitado a comer junto con Mosquera un amigo colombiano y Antonio Arcos, jefe del Ejército de los Andes. "-Usted verá como somos los americanos que en todo preferimos lo extranjero-"le comentó. A los postres San Martín encargó unas botellas de vino mendocino y luego uno de Málaga. Cuando pidió la opinión a sus invitados, manifestaron su preferencia por el vino español, entonces riéndose, el anfitrión contó deliberadamente que había mandado a cambiar las etiquetas.

SAN MARTIN EL ABUELO
Merceditas entró llorando en la habitación donde se encontraba el abuelo, lamentándose de que le habían roto su muñeca preferida y de que ésta tenía frío. San Martín se levantó, sacó del cajón de un mueble una medalla de la pendía una cinta amarilla y, dándosela a la nieta, le dijo: − Toma, ponle esto a tu muñeca para que se le quite el frío. La niña dejó de llorar y salió de la habitación. Un rato después entró la hija del prócer, madre de Merceditas, y dijo a San Martín: − Padre, ¿no se ha fijado usted en lo que le dio a la niña? Es la condecoración que el gobierno de España dio a usted cuando vencieron a los franceses en Bailén. San Martín sonrió con aire bonachón y replicó. − ¿Y qué? ¿Cuál es el valor de todas las cintas y condecoraciones si no alcanzan a detener las lágrimas de un niño?

UNA VALIENTE MADRE MENDOCINA
Cercano a la ciudad de Mendoza está el campo “El Plumerillo”. Allí, el general San Martín, adiestra los batallones que días después atravesarán la mole andina, en pos de la libertad de Chile. Para la revista final de las tropas, San Martín se ha trasladado a la capital mendocina, vestida de fiesta para recibir al Gran Capitán. Un mendocino:- ¡Qué hermoso es todo esto! ¡Cómo lucen los uniformes de los granaderos! Una mendocina: - ¡Y qué bella se ve la bandera, ofrecida al general San Martín por las damas patricias. ! Un anciano: - ¡Con esta bandera al frente, nuestro ejército no perderá una sola batalla! Relator: - En este momento sale una mujer desde la multitud y se dirige hacia la tropa. En las filas del ejército libertador tiene a su esposo y a tres hijos. La dama mendocina (avanza hacia ellos y los besa).- ¡Qué Dios y la Virgen os protejan! Este escapulario que prendo en cada pecho será un escudo protector. ¡Nada de llanto! ¡Los valientes no lloran; solo saben luchar por su patria! ¡Ya veis: en mis ojos no hay una sola lágrima ! ¡Qué orgullosa estoy por haber dado a la Patria estos cuatro varones! El general San Martín (se acerca a la esposa y madre ejemplar y conmovido, le estrecha fuertemente la mano).- ¡Gracias, noble mujer! ¡Vuestro sacrificio no será en vano! ¿Ahora sé de donde sacan mis soldados tanta firmeza ! ¡Con madres como usted la Patria está salvada!

PREMIO POR OBEDIENCIA
También es conocida su anécdota con el centinela de guardia que tenía orden de no dejar pasar al laboratorio del regimiento con botas herradas y espuelas. Para probarlo, él mismo San Martín fue dos veces con ese calzado y fue detenido por el cabo. Tras ello, se presentó con alpargatas y le dio una onza de oro al soldado, quien había puesto a una institución la ley del lugar por encima de cualquier persona.

MANO BLANCA
Álvarez Condarco había sido enviado por San Martín a explorar los pasos cordilleranos de Uspallata, los Patos y principalmente el campo de Chacabuco. Este fue detenido luego de obtener la información y el general español Marcó lo envió de regreso con una nota en la que decía: "Firmo con mano blanca, no como la de su jefe que es negra". Esto quería decir que San Martín, según el general realista, había traicionado a España volviendo a su patria para darle la independencia.Después de la batalla de Chacabuco, el derrotado Marcó fue llevado ante la presencia de San Martín, que irónicamente lo saludó diciéndole: "General, venga esa mano blanca".

UN FUERTE EN TUCUMAN
Encontrándose San Martín y Belgrano en la Ciudadela, espacio fortificado que San Martín había decidido construir en las inmediaciones de la ciudad de Tucumán, el Libertador le dice al creador de la bandera que en estas fortificaciones los ejércitos realizarán todos los ejercicios. También le confeso que hay que hacer el mayor ruido posible para que los espías españoles vean nuestra preparación y así es que todos los días llegaban contingentes de soldados que entraban a la fortaleza lo que producía el llamado de atención de todos los pobladores que no sabían en realidad que esos mismos soldados eran los que salían del fortín de noche y volvían a la mañana siguiente.

ESTRIBOS DE PLATA.
El granadero Juan Antonio Melián era un gran jinete, acostumbraba cruzar los estribos y montar de un salto a lo gaucho, enterado San Martín de la criolla costumbre le dice al bravo soldado ¿Así cumple los reglamentos de su arma un oficial argentino?. Como castigo le impuso unos días de arresto que Melián cumplió religiosamente. Días antes de culminar su encierro el propio San Martín se presento a la celda donde estaba el detenido y antes de levantar la sanción con gran sabiduría le dijo: “por su bravura y como recuerdo, le regalo a usted estos estribos de plata que yo mismo usé en Bailén. Sírvase de ellos y verá que para cercenar cabezas godas, nada es mejor ni más conveniente que afirmarse bien sobre estribos”.

INDIOS PEHUENCHES
Encontrándose San Martín reunido con el jefe de la tribu de indios Pehuenches en el sur de Mendoza, el General le pide permiso al cacique para poder pasar por sus tierras con el ejército libertador y le ofrece en el mismo instante todo tipo de víveres y regalos. El jefe indio acepta los obsequios y le permite el paso.
San Martín sabía que los indios iban a ir con el cuento a los españoles, los cuales dividieron su ejército para esperar a las tropas Argentinas por el paso previsto.
Pero el grueso del ejército patrio no cruzo por dicho lugar y cuando los españoles tuvieron que enfrentarlos se vieron reducidos en número por la picardía y astucia del Libertador.

ENCUENTRO CON NAPOLEON
Es conocida la destacada actuación de San Martín en la batalla de Bailén en las inmediaciones de Andalucía, tal mérito le valió no sólo una condecoración, sino también su ascenso a Teniente Coronel.
Más haya de dicha victoria Francia logra tomar posesión de toda España y cuenta la historia que ingresando Napoleón Bonaparte a una de las ciudades donde se encontraba San Martín, Napoleón ve el uniforme que vestía el futuro libertador y con una mirada penetrante y tocándolo con el dedo índice le dice “Bailen” reconociendo la bravía del batallón y por otra parte doliéndole el triunfo que las tropas de San Martín le habían propiciado a sus granaderos.

¡QUIERO HABLAR CON EL SEÑOR SAN MARTIN!
El capitán Toribio Reyes, pagador de los sueldos del regimiento, llega a la casa de San Martín, para contarle que se ha gastado el dinero que tenía para pagar a los soldados. Le explica que acude al Señor San Martín, porque no quiere que se entere el general San Martín, de una acción tan vil que ha cometido y para expresarle su arrepentimiento. El libertador le pregunta si el general lo sabe y Toribio le responde que no, entonces le dice: - ¿Cuánto dinero necesita? − 20 onzas, que pienso devolver en cuanto me sea posible - responde. San Martín le da el dinero y le recomienda, que no se entere el General San Martín porque sería capaz de pasarlo por las armas.

EL CORREO INDIO DE SAN MARTIN
Esperando el momento propicio para entrar en Lima, capital del Perú, San Martín estableció su campamento en Huaral. En Lima contaba con numerosos partidarios de la Independencia; pero no podía comunicarse con ellos porque las tropas del general José de la Serna, jefe realista, detenían a los mensajeros. Una mañana, el general San Martín encontró a un indio alfarero. Se quedó mirándolo un largo rato. Luego lo llamó aparte y le dijo; -¿Quieres ser libre y que tus hermanos también lo sean? -Sí, usía... ¡cómo no he de quererlo! - respondió, sumiso, el indio. -¿Te animas a fabricar doce ollas, en las cuales pueden esconderse doce mensajes? -Sí, mi general, ¡cómo no he de animarme! Poco tiempo después Díaz, el indio alfarero, partía para Lima con sus doce ollas mensajeras disimuladas entre el resto de la mercancía. Llevaba el encargo de San Martín de vendérselas al sacerdote Luna Pizarro, decidido patriota. La contraseña que había combinado hacía tiempo era: “un cortado de cuatro reales” Grande fue la sorpresa del sacerdote, que ignoraba cómo llegarían los mensajes, al ver cómo el indio quería venderle las doce ollas en las que él no tenía ningún interés. Díaz tiró una de ellas al suelo, disimuladamente, y el sacerdote pudo ver un diminuto papel escondido en el barro. -¿Cuánto quieres por todas? Preguntó al indio. .Un cortado de cuatro reales - respondió Díaz, usando la contraseña convenida. Poco después, el ejército libertador, usaba esta nueva frase de reconocimiento. -Con días y ollas... ¡venceremos!

DONACIÓN A LA ESCUELA Nº 13 "GENERAL DON JOSE DE SAN MARTIN" DE GENERAL ROJO

La Asociación Cultural Sanmartiniana de San Nicolás, a través de su vocal Santiago Fontana realizo la donación de libros y de un cuadro del General San Martín hecho personalmete por el Sr. Hugo Víctor Gil a la Escuela Provincial Nº 13 "General Don José de San Martín" de General Rojo. Posteriormente las autoridades, maestros y alumnos realizaron un emotivo acto para rendir homenaje al Padre de la Patria. Desde la Asociación felicitamos a los directivos de la escuela por el entusiasmo y conocimiento que tienen los alumnos sobre la persona y obra del Libertador.

17 DE AGOSTO ACTO EN CONMEMORACION AL FALLECIMIENTO DEL GENERAL SAN MARTIN

El 17 de Agosto de 2009 la Asociación Cultural Sanmartiniana y la Municipalidad de San Nicolás, junto a varios integrantes del gabinete del Gobierno local, autoridades de instituciones de educación y de las fuerzas de defensa y seguridad celebraron el 159 aniversario del fallecimiento del General Don José Francisco de San Martín. El acto comenzo con el respetuoso minuto de silencio, la entonación de las estrofas del Himno Nacional y el Himno al General San Martín. Posteriormente se depositaron las ofrendas florales al pie del monumento que eleva la estampa ecuestre del Libertador, haciendo uso de la palabra el Presidente de la Asociación, el escribano Aníbal Espinosa Viale y el Intendente de San Nicolás Marcelo Carignani.

MUJERES PARTICIPES EN LA EPOPEYA SANMARTINIANA

A través de este relato, cabe un acto de justicia recordar a las mujeres que, en los albores de la Patria, cimentaron junto al hombre las bases de una nueva nación.
Es justo recordar con gratitud a las patricias que desde cualquier condición social o económica, probaron su valor en defensa de la tierra natal enfrentando al invasor ingles en los años 1806 y 1807. Nombres como Manuela Pedraza, Martina Céspedes, Luisa Guerra, Josefa Voraz y Agustina Avance, indignadas con Sobremonte por considerarlo un traidor, hacen públicas cartas transgresoras y francamente revolucionarias.
Famoso fue y hoy está casi olvidado el nombre de Jerónima San Martín, que fue abuela de Mariano Balcarce esposo de Mercedes, hija de San martín. Patriota entre patriotas, vestía siempre de azul y blanco y cubría su cabeza con el “gorrito de la libertad” que no era otro que el rojo gorro frigio que ella puso de moda entre las mujeres. Esta mujer tenía una vos privilegiada y era su mayor orgullo cantar la canción patria en los aniversarios del 25 de Mayo.
La nación también se hizo en los salones. Por aquellos años en que los ejércitos luchaban por las tierras de América, las antiguas tertulias se transformaron en salones literarios y políticos, llevando los mismos nombres femeninos, como los salones de las Riglos, de Flora Azcuénaga, de Tomasa de la Quintana de Escalada, de Mariquita Sánchez, Joaquina Izquierdo, Isabel Cazamayor de Luca, son ejemplos de esta virtuosa costumbre. El más importante fue sin duda el de Mariquita Sánches, la rebelde enamorada fue la más brillante y apasionada mujer de su época. En su casa Toribia Escalada de Reyes Marin cantó por primera vez nuestro himno Nacional.
Imposible sería hablar de la actitud de la mujer en la historia de la emancipación sin mencionar la Asociación Patriótica. Esta se constituyo en el hogar ilustre de Antonio José de Escalada, que se convertiría en el padre político de San Martín. En el salón su esposa Tomasa de la Quintana recibe en el año 1812 a un grupo de señoras comprometidas a contribuir con su donación a la compra de fusiles destinados a armar los ejércitos de la Patria. Entre las donantes figuran, además de la dueña de casa, su hija Mercedes, sus hermanas María Eugenia y Nieves, Angeles Castelli, Carmen Quintanilla y muchas más. Solicitaban sea grabado su nombre en la culata de cada fusil en el que, quedarían impreso: “Yo arme el brazo de ese valiente, que aseguró su gloria y nuestra libertad”.
Patricias también fueron muchas desconocidas humildes mujeres de pueblo, que donaron sus únicos tesoros materiales, junto a lo más caro de sus corazones, como la esposa de Silverio Arriola dio: “dos peso y a su hijo Nicolás para el servicio que estime la Junta”. María Eugenia Segovia, esclava, entrega “un peso fuerte y ofrece sus servicios y el de sus hijos” y la parda Basilia Agüero dos reales.
Mujeres empeñando la armas
Valientes mujeres-solado pelearon en nuestro extenso territorio. En la frontera norte la presencia de la mujer es legendaria. Juana Azurduy, que sigue a su esposo el caudillo Manuel Asencio Padilla a quien ve morir en la batalla de Vilona. Esta extraordinaria mujer da a luz y pierde a sus cuatro hijos sin atención ni más cuidados que los que ella misma les brinda, sin abandonar jamás la lucha. Como Martina Silva de Gurruchaga que en su estancia adiestra y convierte a un grupo de paisanos en solados que junto a ella y al General Belgrano vencen al General español Tristán en la batalla de Salta. Por su valentía el gobierno le concedió el grado de Capitana del ejército. Murió ciega y carente de recursos, es la única mujer que descansa junto al General Guemes en el panteón de las Glorias del Norte.
Macacha Guemes de Tejada era hermana del paladín Martín Miguel de Guemes, jineta insuperable, la bella Macacha disfrazada de varón, cabalgaba en pelo por las tierras ocupadas por el español, trazando planos con la ubicación de sus fuerzas. Fue la mano derecha de su hermano. Murió en 1866 y su patriotismo, belleza y amor fraterno aún es tema de leyendas romancescas.
Generoso apoyo de las mujeres de Cuyo
Desde entonces el libertador siempre contó, para sus altos planos con la valiosa contribución de mujeres, donde no se cocía un uniforme, se bordaba una bandera, o se tejía un poncho para los soldados. Eran las emblemáticas Damas Mendocinas, entre ellas estuvieron su mujer Remedios de Escalada, Dolores Prats de Huisi, Margarita corvalán, Mercedes Alvarez y Laureana Ferrari.
Un día la señora Ferrari y Remedios de Escalada salieron a recorrer los comercios. Al pasar por una tienda el tendero le salió al encuentro y les ofreció sus mercancías. Y grande fue la alegría cuando entre aquellas pocas piezas de telas encontraron un retazo "color de cielo", como quería San Martín. Inmediatamente Remedios se puso a cocer la bandera mientras los demás preparaban las sedas y demás menesteres. Una vez aceptado el modelo del escudo de armas se trazó en el centro de la bandera y fue bordado en seda. A la bellota de la borlita del gorro y a los ojos del sol, se le pusieron pequeños diamantes para mayor viveza, así como el aro que formaba el óvalo semejando una cinta de listas envueltas, la lista del medio de ella era adornada de sartitas de alcofar.
El 5 de Enero de 1817 la bandera fue bendecida en la Iglesia Matriz de Mendoza. Luego la bandera y la virgen del Carmen fueron conducidas hasta un tablado levantado ante la Plaza Mayor, donde estaban las tropas alineadas. Entonces el general tomó la bandera y exclamó: " soldados esta es la primera bandera independiente que se ha levantado en América".
La presencia histórica de la mujer, su influencia en el orden moral, social y político a través de los tiempos y las civilizaciones, es un factor innegable y reconocido. Desde Nuestro lugar no queda más que rendirles a estas nobles pioneras argentinas, un conmovido homenaje de eterna gratitud.

JOSE FELIX BOGADO EL ULTIMO GRANADERO DE SAN MARTIN

Entre los grandes ejemplos de nuestra historia, hemos escogido el de un humilde hijo de las Misiones Guaraníticas, signado por Dios para ser soldado cuyo ejemplo es único en toda América, como hemos de demostrar. Nos estamos refiriendo a José Félix Bogado, quien fortificado en la grandeza moral, con años de práctica para la acción durante la guerra de la independencia, y ganando capacidad de mando con su eficacia, es un ejemplo de soldado sobrio y sufrido que con naturalidad cumple su tarea. Claro y terminante en los asuntos de mando y acción. Gaucho que no guarda para sí más que lo necesario. Consciente de las obligaciones que implica el deber. Hombre cuya mente sana no concibe excesos, ni tiene jamás ambiciones de poder. Para Bogado, la vida modesta está hecha a la medida de su carácter dándole autoridad moral ante los demás.
Prácticamente nada se sabe de su niñez en su tierra natal, señalando algunos historiadores que nació en Villa Rica en el Departamento de Guaira, Provincia del Paraguay, en el año 1777. Un año antes que naciera en Yapeyú quien más tarde seria el Libertador, General José de San Martín y su Jefe de Granaderos.
Se afirma que ya por 1810 se había mezclado en los acontecimientos que promovieron la Revolución de Mayo; y se conoce según los mejores datos que era lanchero y, que con su pequeña chalana de tráfico recorría el río Paraná hasta el anchuroso estuario del Plata, de allí que es posible suponer que también tuvo participación en los días de la Defensa de Buenos Aires, prestando apoyo logístico contra el invasor inglés.
Concretamente su biografía queda estampada en la huella de la historia, recién a partir de la alborada del 3 de febrero de 1813, en San Lorenzo. Bogado había sido apresado por fuerzas de desembarco realistas el día anterior al combate y, después de la acción fue uno de los que pasaron a las filas criollas en el trueque de prisioneros aceptado por San Martín.
Inmediatamente, Bogado solicitó su incorporación al Regimiento de Granaderos a Caballo, cuerpo de ejército creado por San Martín.
Señalamos de Bogado que como militar es un ejemplo único en la historia de los ejércitos americanos y, lo explicamos señalando que alistado en el Regimiento de Granaderos a Caballo como soldado, y paso a paso en la escala de las ordenanzas obtiene las insignias de coronel efectivo, que le otorga el otro Libertador, General Simón Bolívar. Todo esto sin pasar de un cuerpo a otro y regresando como Jefe de los últimos restos del ejército que constituyó la columna vertebral de los libertadores del continente sudamericano.

¿Quién podía suponer que aquél humilde guaireño llegaría a comandar el mismo cuerpo creado por el célebre "Santo de la Espada"? Lo cierto es que desde 1813 a 1826, trece largos años de esfuerzos, sacrificios, actos heroicos, decisiones memorables y voluntad sin desmayo puestas al servicio del orden y la libertad, iluminaron la vida de Bogado desde soldado raso a coronel mayor. Su pecho se fue cubriendo de condecoraciones otorgadas por su comportamiento y valor en Chile y Perú, recibiendo del gobierno de las Provincias Unidas del Río de la Plata, el Cordón de Honor como "HEROICO DEFENSOR DE LA NACION".
Bogado formó parte de los dos escuadrones de granaderos a caballo que se destinaron al Alto Perú y como auxiliar en la tercera campaña que se iniciaba, tras las derrotas en Vílcapujío y Ayohuma. Desde allí en más, combatió en Tejas, Puesto del Marqués, Posta de Venta y Media. Y en Sipe-Sipe.
Bogado siguió en el Regimiento de Granaderos formando parte del Ejército de los Andes, y ya como alférez se batió el 6 de febrero de 1817 en el combate de Las Coimas, donde el comandante Mariano Necochea, con ochenta hombres de la escolta del general en jefe y treinta granaderos, cargó y deshizo al enemigo compuesto por 400 hombres de caballería. Después en Chacabuco, el valeroso comportamiento en el campo de batalla, en el que fue herido, valiendo a Bogado el grado de teniente primero del cuarto escuadrón de Granaderos a Caballo. A esta acción le siguieron: Curapaligüe, Gualpen, Los Perales; el asalto sobre Talcahuano; Cancha Rayada y finalmente Maipú, donde el entusiasta y disciplinado ejército coronó su valor dando libertad a la Capitanía de Chile y honor a las armas criollas. Bogado continuaba prestando servicios a la Patria Grande, y el 23 de julio de 1819 es ascendido al cargo de ayudante mayor del segundo escuadrón, siempre en el Regimiento de Granaderos a Caballo.
El Perú era el próximo paso hacia la definitiva consolidación de la emancipación sudamericana y, la nueva empresa engrandecería el juramento de los soldados que no titubearon en laurear otra vez las armas de la Patria o morir. El 20 de agosto de 1820, partía desde Valparaíso la expedición y en ella se embarcaba José Félix Bogado fiel a la obediencia y el deber, formando el cuadro de oficiales del ejército libertador. Es así que participa en la batalla del Cerro y en los combates de Nazca y Acaraí, ingresando con el ejército vencedor a Lima el 9 de julio de 1821. Bogado recibió la medalla concedida a los oficiales, con el lema: "YO FUI DEL EJERCITO LIBERTADOR”. Intervino valerosamente en los asaltos a los castillos del Callao, por lo que fue ascendido a capitán y en julio de 1822 lo hicieron sargento mayor en recompensa a sus largos servicios y en mérito a sus loables comportamientos en el ejército expedicionario.
Asistió a la Campaña de Puertos Intermedios y se halló en las desgraciadas acciones de Torata y Moquehua, ya retirado el general San Martín y asumido el mando de todas las fuerzas existentes, por parte de Simón Bolívar.
En la última etapa de la guerra de la independencia, el ejército reunido en Tacna continuaba avanzando, y Bogado combatió con sus granaderos en Pichincha y en Junín. Hallándose al frente de solo ochenta soldados del glorioso regimiento sanmartiniano, se batió en Ayacucho y las Provincias Unidas de Sud-América estuvieron representadas con honor. Por tales servicios el propio Bolívar, le otorga a nuestro héroe el grado de coronel efectivo, atento a los méritos y servicios de quien ya era un "BENEMERITO EN GRADO EMINENTE".
El bizarro paraguayo y representante genuino de los famosos Granaderos a Caballo de San Martín, regreso triunfal conduciendo al resto de las tropas que habían participado en la campaña libertadora entre las que se encontraban solo siete granaderos.
No concluiría con esto el ejemplo de Bogado al servicio de la Gran Nación Sudamericana que anhelaban Bolívar y San Martín, sino que seguiría con su constancia y valor a toda prueba, no ajena a la pobreza y al dolor. El 22 de julio de 1826 es nombrado jefe en comisión del 4to Regimiento de Caballería de Milicias.
Actuó en la campaña del sur, bajo la dirección del general Federico Rauch y, luego pasó con su regimiento a servir de guarnición en los pueblos de San Nicolás, Arrecifes, Salto, Zárate y San Pedro, desde 1827 hasta mayo de 1828, pasando a revestir como coronel en la Plana Mayor General, terminada esa comisión. A principios de 1829, nombrado Comandante Militar de San Nicolás, desplegó su acción como jefe superior de la frontera norte de la Provincia de Buenos Aires. Dicha ciudad fue sitiada por los ejércitos de Estanislao López pero la misma resistió heroicamente a las órdenes del coronel Bogado (fiel a Lavalle), durante ocho meses, soportando la población con paciencia y heroicidad el hambre, las privaciones y los continuos incendios que arrasaron sus mejores edificios, sin que el enemigo pudiera rendirla. En esas circunstancia rindió su vida el coronel Bogado, de resultas de una enfermedad contraída en actos de servicios, de los “pulmones dañados”, dice la partida de defunción. San Nicolás de los Arroyos sería el punto final de su destino, el 21 de noviembre de 1829.

Casa donde residio el Coronel Bogado ubicada en la calle Francia 223 de la ciudad de San Nicolás.

Valiente, honrado, austero, rígido en el cumplimiento del deber, desinteresado de corazón, el Coronel Mayor Don José Félix Bogado, es un ejemplo que une con lazos de permanente confraternidad a un vasto sector del continente sudamericano. Tras nuestros conceptos preliminares de introducción a esta evocación de la vida de nuestro prócer, cabe como corolario señalar que el porvenir de una Nación se fundamenta primordialmente en el temple moral de sus hijos que con dignidad y coraje, practiquen y defiendan la virtud.

NÓMINA de los integrantes del Regimiento de Granaderos a Caballo que llegaron hasta Quito y regresaron en febrero de 1826 al cuartel del Retiro en Buenos Aires:

Coronel José Félix Bogado
Sargento Mayor Paulino Rojas
Capitán Francisco Olmos
Sargento 2º Patricio Gómez
Sargento 2º Francisco Vargas
Sargento 2º Damasio Rosales
Sargento Trompa Miguel Chepoya

Por Miguel Angel Migliarini y Erlinda Ferrari de Mancini.

El LEGADO SANMARTINIANO DEL DR. RENE FAVALORO

El Dr. René Favaloro, un auténtico argentino preocupado realmente por la situación de su país, brinda aquí un adecuado ejemplo para que los jóvenes de hoy estén dispuestos a seguir y escuchar. La vida del General San Martín fue una vida llena de sinsabores llevados con entereza, con esfuerzo y con dignidad. A pesar de que durante toda su vida sufrió distintas enfermedades, nunca dejó de hacer lo que correspondía por el bien de su patria. No especuló, no traicionó, no mintió.

¿Conoce usted a San Martín?

El título de esta columna fue tomado de una bien documentada reseña história sobre el general José de San Martín, escrita por el doctor René G. Favaloro. El famoso cirujano cardiovascular argentino nos explica en el prólogo de su libro que alterna su profesión con dos entretenimientos “para recuperar energías”.Sus pasatiempos preferidos eran la huerta y la indagación histórica, preferentemente argentina. Fruto de sus lecturas sobre el Capitán de los Andes y luego de tres semanas de encierro fue esa valiosa obra sobre San Martín, que concluyó el 16 de febrero de 1986. La intención del doctor Favarolo al publicar esa reseña sobre San Martín ha sido doble.
Basado en la “Historia de San Martín y de la emancipación Sud-Americana”, de Bartolomé Mitre, y en la “Historia del Libertador Don José de San Martín”, de José Pacífico Otero, y en otras fuentes históricas, René Favaloro nos presenta un acabado bosquejo histórico de nuestro héroe. Pero, la preocupación meramente histórica no agota la inquietud del autor.
El último capítulo titulado: “Su presencia actual” nos da la clave para entender la intención del doctor Favaloro al publicar esta obra. No pretende “relatar una vez más la vida del Libertador”, afirma en el capítulo XIII, que marca el final del libro. Lo que más le preocupa es el momento histórico que vivía en 1986 la Argentina y Latinoamérica.

El ejemplo de San Martín, sus virtudes no sólo como ciudadano sino como militar, el sentido del honor y la honestidad deben inspirar a quienes buscan el camino para lograr en justicia y libertad, una nueva sociedad.
Esta es la intención altruista que motivó al doctor Favaloro a dedicar tres semanas de intensa actividad a fin de presentar “el ideal Sanmartiniano” como fuente de inspiración para las nuevas generaciones. Frente al “facilismo” que ha comenzado a deteriorar a la sociedad y a la juventud, San Martín opone el ejemplo de un “esfuerzo honesto en aras de grandes ideales”. Ante el afán generalizado de vanagloria y de acumular riquezas, San Martín contrapone una gran modestia, que lo lleva a renunciar a las manifestaciones de admiración, luego de sus triunfos militares.
Cuando a diario se revelan casos de corrupción en las clases dirigentes, San Martín ofrece el ejemplo de una honestidad transparente. No sólo no se apropió de ningún dinero público, sino que llegó a renunciar a su sueldo de general del Ejército de los Andes, mientras duró su enfermedad en Chile, en el año 1817.
San Martín era un enamorado de los libros. Poseía setecientos volúmenes, de los cuales sesenta y tres eran de temas militares, el resto eran de cultura general. Fundó tres bibliotecas y ayudó a varias escuelas.Al fundar la escuela de Lima dijo: “Los días de estreno de los establecimientos de educación son tan luctuosos para los tiranos, como plausibles para los amantes de la libertad”.San Martín fue un ferviente defensor de la libertad y de los derechos del hombre.
Cuando en Mendoza dicta un decreto por el cual se debe dar una comida más a los presos, escribe: “Conozca el mundo que el genio americano abjura con horror los crueles hábitos de sus antiguos opresores. Y que el nuevo aire de libertad que empieza a respirarse extiende su benigno influjo a todas las clases del Estado”.
Una de las grandes preocupaciones de San Martín era la unión nacional, por eso se mantuvo alejado de toda confrontación entre los mismos criollos. El 13 de marzo de 1819, San Martín le escribió a José Artigas una carta en la que le dice: “creo que debemos cortar toda diferencia y dedicarnos a la destrucción de nuestros crueles enemigos los españoles...no tengo más pretensiones que la felicidad de la patria”.
San Martín, al igual que Bolívar y Artigas, tenía una clara conciencia de que estaba luchando por “la independencia de América”. Este ideal era tan altruísta y desinteresado, que cuando llegó la hora de la renuncia, luego de la entrevista con el general Simón Bolívar de Guayaquil, Ecuador, supo anteponer la libertad de América a sus intereses personales.
No hay duda de que San Martín es uno de los grandes personajes de la historia. Pero el “mensaje Sanmartiniano” no ha de quedar relegado en el pasado, es imperativo hacerlo una “presencia actual”.

Fuente:
http://argentinodepehuajo.blogspot.com/
http://www.denorteasur.com/asp/articulo.asp?numero=288&id=5055

SAN MARTIN Y BELGRANO EL ENCUENTRO DE DOS GIGANTES

Pareciera que las bondades, hazañas, sacrificio y batallas de ambos Generales hubieran sido sacadas de algún cuento mitológico, digna de dioses y titanes, pero que como dos mortales que fueron sus hechos fueron admirados y reconocidos por todo el mundo.
Ambos se capacitaron para lograr el bien común de toda una sociedad, ambos dieron largas batallas para lograr la libertad, fundaron pueblos, hospitales, escuelas, bibliotecas, batallones, periódicos, teatros, crearon escudos y banderas, libertaron esclavos, concedieron todo tipo de derechos, donaron sus sueldos y ofrecieron su propia vida a la patria que los vio nacer.
Siendo nosotros sus contemporáneos, tenemos la obligación de no olvidar jamás a los dos hombres más grandes de la historia Argentina y rendirles los honores y homenajes que largamente se merecen.
Belgrano y San Martín se conocieron personalmente en la reunión que mantuvieron en la Posta de Yatasto en el año 1814, sin embargo existía entre ellos, una profusa comunicación epistolar previa, surgida a instancias de José Mila de la Roca, amigo de ambos y secretario de Belgrano en la expedición al Paraguay. Los dos próceres abrieron su corazón a través de la correspondencia. San Martín redactó para Belgrano unos cuadernillos de estrategia militar, extractando opiniones de diversos maestros de guerra. Estos cuadernillos se los envió en vísperas de la batalla de Vilcapugio.
Animados por estos generosos sentimientos, se dieron por primera vez en Yatasto el abrazo histórico. San Martín se presentó a Belgrano poniéndose a sus órdenes; éste lo recibió como su maestro y sucesor. Sin embargo, San Martín se dio cuenta rápidamente de las cualidades morales de Belgrano y se negó a reemplazarlo, pero debido a la presión del gobierno debió asumir la jefatura del ejército. Belgrano se puso a sus órdenes dando el ejemplo al ir a recibir humildemente las lecciones de tácticas y disciplina. A partir de ese momento, la simpatía nacida a través de cartas se transformó en mutua admiración.
Belgrano aconsejó a San Martín hacerse fuerte en Tucumán, y reorganizar logística y tácticamente al Ejército del Norte, que tanto había logrado con tan poco. San Martín, en tanto, reimpuso disciplina y salarios dignos en un ejército desmoralizado y mal pago.
Belgrano, además, aconsejó al Libertador tener siempre muy en cuenta la religiosidad popular, de manera de no darles la razón a los españoles, que los acusaban de herejes. "No deje de implorar a Nuestra Señora de las Mercedes, nombrándola siempre nuestra generala, y no olvide los escapularios a la tropa".
También le entrego la bandera nacional que había creado el 27 de febrero de 1812 a orillas del río Paraná en la ciudad de Rosario, la cual fue recibida con honores por San Martín y la cual acompaño al general en la liberación de media América.
El 18 de marzo, Belgrano se marchó a Buenos Aires, a pesar de la resistencia de San Martín, que dos veces había desobedecido órdenes de la capital para que sin demora don Manuel viajara hacia allá. No volverían a verse, y sin embargo, en esos dos meses que compartieron, la Argentina naciente tuvo en un minúsculo retazo de su territorio a la Patria toda.
Belgrano murió convencido que San Martín era el genio tutelar de la América del Sur. Hasta sus últimos días, San Martín honró la memoria de su ilustre amigo como una de las glorias más puras del nuevo mundo y como ya lo había manifestado en carta a Godoy Cruz refiriéndose a las virtudes de Manuel: “..yo me decido por Belgrano; créame usted que es lo mejor que tenemos en la América del Sur”.
San Martín y Belgrano, los incondicionales, los dos Gigantes de la patria que dieron todo pero todo a cambio de nada.
Gloria eterna Generales!!.

HABITOS Y DESTREZAS DEL LIBERTADOR GENERAL SAN MARTIN

Conocemos al General San Martín como un excelente estratega en el arte de la guerra, venciendo a los enemigos de la patria tanto en el campo de batalla como fuera de el. También lo admiramos como gran político, gobernando a las provincias de Cuyo, donde su honestidad y capacidad administrativa son ejemplos a imitar.
Sin embargo el ser del General involucra otros hábitos y destrezas que completan y engrandecen aún más su particular personalidad.
Relatos de sus contemporáneos y de quienes lo conocieron:

San Martín repetía con frecuencia que la vocación de su juventud habían sido la marina y la pintura. Con ellas, -decía- podría ganar su vida pintando paisajes de abanico. (Bartolomé Mitre "Historia de San Martín y de la Emancipación Sudamericana").

Una faceta poco conocida de San Martín fue su vocación artística que le llevó a pintar encantadores paisajes del Paraná. Existe una versión sin confirmar que dice que el Archivo del Museo del Louvre se custodian dos cuadros al óleo, obra suya. (Julio César Gancedo "San Martín y la Cultura").

San Martín concibió y diseñó, con vocación artística, uniformes, escudos y banderas. Dio gran importancia a los símbolos nacionales y a todo lo que significa, como el atuendo militar, identificación con una causa. Apenas se le designa jefe de Granaderos, les diseña su uniforme. (Julio César Gancedo "San Martín y la Cultura").

El ajedrez, ese juego generalmente reputado de carácter militar, que según se sabe era recomendado y aun prescripto por Napoleón el Grande, San Martín lo desempeñaba bien aventajadamente como lo veíamos cuando la formación del Ejército en Mendoza. (Gral Espejo).

Era muy entendido, además del ajedrez, en El Centinela y La campaña, juegos guerreros que estuvieron en boga en Europa desde el primer decenio del presente siglo, y muy semejantes a La Batalla, que don Carlos de Pravia describe en su "Manual de Juegos", dado a luz en París, en 1869. (Gral Espejo).

El general Adolfo S. Espíndola sintetiza así la vinculación de San Martín con los libros: “San Martín constituye, sin duda, un caso notable en la historia militar universal, de un gran Capitán que desarrolló sus gloriosas campañas llevando consigo su “librería”, a través de montañas, de campos y del mar.

En cada ciudad donde hace pie, desmonta del caballo y funda -como quien planta un monolito- una biblioteca. En Mendoza, en Santiago de Chile y en Lima. En su primer testamento de 1818 ya destina sus libros para la futura Biblioteca Mendocina. (Julio César Gancedo. San martín y la Cultura).

¿cómo era el Dr. José de San Martín, protagonista en la Cultura? Porque, en verdad, a los fines de este trabajo interesa más que “San Martín y la Cultura”, “San Martín en la Cultura”. ¿Quién era ese joven guitarrista que quiso ser algo más que un aficionado, “músico de oído”, y estudió y se perfeccionó y buscó su maestro y fue aventajado alumno del profesor catalán don Fernando Macario Sors? ¿Quién era ese Protector del Perú, aficionado al teatro, según nos lo presenta el historiador Manuel N. Vargas, cuando cuenta que “para estimular esa actividad cultural, San Martín visitaba de noche o iba al teatro con algún amigo, a quien convidaba con la entrada, no permitiendo que a él, el Protector, se le admitiera de balde?”. Julio César Gancedo).

El conductor, que no olvida la acción psicológica y la guerra de zapa, el estadista, que asegura la victoria consolidando el frente interno; el caudillo, que pone a un pueblo en pie para llevarlo al heroísmo; “el hombre de mundo”, como lo califica Vicuña Mackenna, y el que se aparta del mundo, es el mismo; el mismo que colorea litografías o da los colores imborrables al símbolo peruano; el mismo que puntea su guitarra con estilo gaditano y canta, como recuerda Vicente Pérez Rosales, con voz de bajo el Himno Argentino en Santiago de Chile, himno que según Carlos Vega, y lo corrobora Vicuña Mackenna, se lo tomaba como propio en ambos flancos de los Andes. Y el mismo que con su veredicto hace nacer el Himno Nacional del Perú.

En la mesa de cuartel, que presidía el coronel D. Tomás Guido, se empleaban diez pesos diarios en comestibles. El comía una sola vez al día, y eso en la cocina, donde elegía dos platos, que despachaba de pie, en soldadesca conversación con su negro cocinero, rociándolos con una copa de vino blanco de su querida Mendoza. El plato predilecto del General San Martín era el asado, y así como otros convidan a tomar sopa, él convidaba a "tomar el asado". José Luis Busaniche (Relatos de Contemporáneos).

Comenzaba su tarea, casi siempre a las cuatro de la mañana, preparando apuntes para su secretario, obligado a presentársele a las cinco. Hasta las diez se ocupaba de los detalles de la administración del ejército, parque, maestranza, ambulancias, etc., suspendiendo el trabajo a las diez y media. Desde esa hora adelante, recibía al Jefe de Estado Mayor, de quien tomaba informes y a quien daba la orden del día. Sucesivamente concedía entrada franca a sus jefes y personas de cualquier rango, que solicitaren su audiencia. (José Luis Busaniche)

Por la tarde recibía visitas o hacía corto ejercicio, y al anochecer regresaba a continuar su labor, imponiéndose de la correspondencia del día, tanto interna como del exterior, hasta las diez, que se retiraba a su aposento y se acostaba en su angosto lecho de campaña, no habiendo querido, fiel a sus antiguos hábitos, reposar nunca en la cama lujosa que allí le habían preparado. Mas este régimen era con frecuencia interrumpido por largas vigilias, en las que meditaba y combinaba operaciones bélicas del más alto interés. (José Luis Busaniche).

Era de una inteligencia perspicaz y privilegiada. Como militar, era diestro y experimentado: estratégico como pocos; matemático y previsor sin igual. Está comprobado en la América y el mundo todo; y testimonio son la guerra de la Península, y sus grandes empresas de restauración de Chile y de libertad del Perú." (Gral Espejo)

Reunión de Presidentes de Asociaciones Culturales Sanmartinianas

El día viernes 5 de junio se celebró la reunión de presidentes de Asociaciones Culturales Sanmartinianas de todo el país en la sede del Instituto Nacional Sanmartiniano en la ciudad de Buenos Aires.
Como representantes de la Asociación Cultural Sanmartiniana de San Nicolás estuvieron presentes su Presidente el Escribano Aníbal Heber Espinosa Viale y el Vocal Santiago Gastón Fontana.
El encuentro tubo como objetivo los siguientes temas:
-Acciones concernientes al Bicentenario.
-Ley del Instituto Nacional Sanmartiniano.
-Realización del próximo Encuentro Nacional de Asociaciones Culturales Sanmartinianas 2009.

Desde nuestra óptica el resultado del mismo fue positivo, aunque es impresindible continuar y aumentar la relación, coordinación y apoyo entre el Instituto Nacional Sanmartiniano y las Asociaciones Culturales Sanmartinianas, que como dijo el General Soria: estas son los brazos de acción del Instituto que luchan día a día por engrandecer los ideales de nuestro amado General San Martín en todo el territorio Argentino.

231 Aniversario del Nacimiento del General “Don José de San Martín"

El 25 de Febrero de 2009 la Asociación Cultural Sanmartiniana y la Municipalidad de San Nicolás de los Arroyos realizaron el acto en conmemoración del 231 aniversario del nacimiento del General “Don José de San Martín”. Hicieron uso de la palabra el Presidente de la asociación Escribano Aníbal Heber Espinosa Viale, el Secretario Jorge Félix Boschin y el Intendente Municipal Marcelo Carignani.

BIOGRAFIA DEL GENERAL SAN MARTIN

José Francisco de San Martín nació en Yapeyú, actualmente en la provincia argentina de Corrientes, el día 25 de febrero de 1778.
Su padre, don Juan de San Martín, era el gobernador del departamento y su madre era doña Gregoria Matorras.
En 1786 se traslada a España con su familia, donde estudia primero en el Seminario de Nobles de Madrid y luego, en 1789, inicia su carrera militar en el regimiento de Murcia. Sirve en las filas de España durante las guerras contra los franceses y en 1808 combate en la batalla de Baylén contra los ejércitos de Napoleón que habían invadido la Península.
En Cádiz conoce a otros militares de América del Sur y se enrola en las logias que promovían la independencia. En 1811 renuncia a su carrera militar en España y se embarca desde Inglaterra hacia el Río de la Plata en la fragata George Canning, donde arriba el 9 de marzo de 1812 acompañado por otros patriotas.
El gobierno independiente de Buenos Aires acepta los servicios de San Martín, reconoce su grado de teniente coronel y le encarga crear un cuerpo de combate que luego sería el glorioso regimiento de Granaderos a Caballo. En ese mismo año se casa con María de los Remedios de Escalada, que pertenecía a una distinguida familia del país y crea la logia Lautaro, cuyo objetivo era liberar América del Sur del yugo español. En octubre de 1812, los miembros de la logia encabezan un movimiento que tiene por objeto remover algunos miembros del Primer Triunvirato. Entonces, pacíficamente, el Cabildo nombra al Segundo Triunvirato, quienes, al poco tiempo, llaman a una asamblea de delegados de las provincias con el fin de dictar una constitución.
Combate de San Lorenzo
El 3 de febrero de 1813 los Granaderos a Caballo vencen en un combate, en las barrancas de San Lorenzo, a las fuerzas de desembarco realista que arribaron con varias naves desde el puerto de Montevideo.
En enero de 1814 San Martín toma el mando del ejército del Norte, de manos de Belgrano que regresaba derrotado del Alto Perú -hoy la república de Bolivia-. Se encuentran en la Posta de Yatasto y desde entonces los dos patriotas entablan una larga amistad.
Al poco tiempo de encontrarse San Martín en Tucumán, se dio cuenta que era imposible llegar a Lima, que en ese momento era el centro del poder realista, por el camino terrestre del Alto Perú. Fue entonces que el Coronel concibió la idea, que luego realizaría con éxito, de cruzar la cordillera y atacar la Ciudad de los Virreyes por el mar.
Una enfermedad lo obliga a pedir licencia y consigue que lo nombren Gobernador de Cuyo, y parte para Mendoza, al pie de la cordillera de los Andes. Allí se repone y comienza a preparar un ejército para cruzar la cordillera.
En 1816 envía, por la provincia de Cuyo, delegados al congreso que se reunía en Tucumán con órdenes expresas de insistir en la declaración de la independencia. La declaración de la independencia de España se aclamó el 9 de julio de ese año.
Desde Mendoza prepara con escasos medios un ejército. Todo el pueblo contribuye con su trabajo y con sus bienes para realizar la peligrosa expedición. Insiste ante el gobierno de Buenos Aires a que autorice a sus tropas el cruce de la cordillera.
Cruce de la Cordillera de los Andes
En enero de 1817 comienza el cruce del ejército, alrededor de 4000 hombres, la caballería, la artillería de campaña y las provisiones para un mes. Cruzaron divididas en dos columnas por el paso de Los Patos y por el de Uspallata, y se encontraron en Santa Rosa de los Andes.
El 12 de febrero de 1817, pocos días después del paso de la Cordillera, el ejército de los Andes vence a los realistas en la batalla de Chacabuco y a los pocos días el Libertador entra en la ciudad de Santiago. El Cabildo se reunió el día 18 y designó a San Martín como Director Supremo, pero éste renunció al honor y entonces fue electo para el cargo el general Bernardo O´Higgins.
En los primeros días de 1818, un ejército realista desembarcado del Perú, avanzaba sobre la capital de Chile. El 19 de marzo, en un ataque nocturno, los realistas derrotan a los patriotas en la batalla de Cancharrayada y O´Higgins resulto herido.
Batalla de Maipú
El ejército Unido argentino chileno se rehace y el 5 de abril derrotan completamente a los realistas en la batalla de Maipú, que puso fin a los esfuerzos españoles para dominar el país.
El camino hacia Lima por mar estaba abierto, pero era necesario crear una flota que no existía. Con algunos barcos capturados al enemigo y otros comprados a los Estados Unidos e Inglaterra se crea la marina chilena que estuvo al mando de Blanco Encalada y luego del almirante inglés Lord Cochrane.
La flota parte al Perú
El 20 de agosto de 1820, parte el ejército expedicionario argentino chileno del puerto de Valparaíso hacia el Perú.
En el mes de julio de 1821, San Martín entra triunfante a Lima, proclama la independencia, es designado Protector del Perú y ejerce el gobierno.Proclama la independencia del Perú
Entrevista de Guayaquil
El 26 de julio de 1822 San Martín se entrevista con Simón Bolívar en la ciudad de Guayaquil, hoy Ecuador. Se reúnen los dos libertadores de Sudamérica, del norte y del sur. Conferencian en secreto por más de cuatro horas. San Martín regresa a Lima la noche del 26.
El 20 de setiembre de ese año se reúne en Lima el primer Congreso del Perú y el Protector renuncia a su cargo. El mismo día se embarca para Chile y meses más tarde cruza a Mendoza.
San Martin en la ancianidad.
El 3 de agosto de 1823 muere su esposa en Buenos Aires. El 10 de febrero de 1824, disgustado por las guerras civiles en que estaban envueltas las Provincias Unidas del Río de la Plata, se embarca para Francia con su hija Mercedes. En europa se ocupa de la educación de su hija y escribe para ella las Máximas para su hija que son un resumen de su filosofía de vida. Reside en Europa hasta su muerte el 17 de agosto de 1850 en la ciudad de Boulogne Sur Mer.

SAN MARTIN Y SU EDUCACION MILITAR EN ESPAÑA


De los 27 años que San Martín permaneció en España -adonde fue llevado por sus padres en 1784_ 22 fueron de servicios en los ejércitos de la Madre Patria. Resulta evidente que en ellos recibió su formación militar fundamental, y que allí tuvo ocasiones para demostrar su valor y entereza moral en los episodios de una época muy conflictiva, tanto para Europa como para los territorios americanos. Dicha época estuvo caracterizada, entre otros sucesos, por la Revolución Francesa, el encumbramiento y ocaso de la figura de Napoleón, y al mismo tiempo, la independencia de los países que integraban el imperio español.
Volviendo a su historia en España, decimos que la familia del Capitán Juan de San Martín y Gregoria Matorras se afincó en Málaga, en 1785, y fue en ese lugar donde el futuro Libertador, después de cursar un período escolar elemental, a la edad de 11 años se incorporó como cadete en el II Batallón del Regimiento de Infantería de Murcia, cuya guarnición estaba en la ciudad de residencia de sus padres.
Ello sucedió el 21 de julio de 1789, pocos días después de que en París, el 14 del mismo mes, se iniciara el período revolucionario que, con el tiempo, conmovería a todo el mundo occidental.
No constituyó sorpresa esta incorporación al Ejército Real del cadete José Francisco, pues sus otros hermanos varones, Manuel Tadeo y Juan Fermín ya lo habían hecho el año anterior, mientras que Justo Rufino lo haría más tarde. Familia de militares, todos ellos seguirían, con distintas alternativas, la vocación del padre. Pero sería José de San Martín, a no dudarlo, quien alcanzaría la trayectoria más destacada.
Su trayectoria militar
La vida militar del novel cadete fue dura desde el comienzo. A los 14 años, ya había participado en tres campañas realizadas en Melilla y en Orán, en el Norte de Africa. Desde el 28 de junio de 1791 -día de su bautismo de fuego en la defensa de Orán, sitiada por los moros- San Martín recorrió una trayectoria bélica relevante.
Entre noviembre de 1792 y mayo de 1794, el Regimiento de Infantería de Murcia -y con él "el 2do Subteniente José de San Martín"- combatió duramente contra los franceses revolucionarios en la frontera. Después, embarcado con parte de su batallón en la fragata de guerra española "Santa Dorotea", permaneció en dicha nave trece meses, recorriendo el Mar Mediterráneo, y las bases navales de Cartagena, Cádiz y Tolón. Además, entre 1797 y 1798, participó en seis campañas marítimas. En una de ellas, tomó parte en un combate naval, cuyas consecuencias derivaron en su captura. Entonces, fue enviado como prisionero de guerra a España. Más tarde, en 1801, intervino en la llamada "Guerra de las Naranjas", desarrollada en la frontera con Portugal, y al año siguiente, reorganizado el Ejército Real, fue destinado al recién creado "Batallón de Infantería Ligera Campo Mayor", con guarnición en Sevilla y luego en Cádiz. Ello sucedió durante los años 1802 y 1803, ocasión en la que su jefe de unidad dejó escrito, en su foja de servicios: "acreditado valor, mucha aplicación y buena conducta". En 1804, fue ascendido al "empleo" de Capitán, y nombrado luego ayudante del batallón. Las turbulencias políticas y militares de ese tiempo empujaron a España a caer en manos de Napoleón, quien tenía en sus miras apoderarse de todo el imperio, incluso de sus territorios de ultramar. Después de hacer renunciar a la corona a los miembros de la familia real - Carlos IV y Fernando VII- el omnipotente Bonaparte nombró a su hermano José, nuevo Rey de España. El pueblo español se sublevó en masa, y a partir del 2 de mayo de 1808, declaró la guerra al invasor francés. Seis años duró la lucha por su libertad y soberanía. Inglaterra y otros países también intervinieron, y así se encendió vivamente la guerra en Europa.
El 29 de mayo de 1808, cuando San Martín se desempeñaba como jefe de guardia en la casa del Capitán General de Andalucía -el General español Solano- nuestro prócer defendió a su comandante del fervor de una multitud que intentó asaltarla, al creer erróneamente, su convivencia con los franceses. Lamentablemente, en dicha ocasión y pese a sus denodados esfuerzos, no pudo salvarle la vida al militar español.
En el torbellino de la cruenta guerra, el Capitán San Martín intervino activamente en el combate de Arjonilla, y el 23 de junio de ese trágico 1808, se lo contó en la batalla de Bailén. Ambos enfrentamientos bélicos sucedieron en Andalucía, en inmediaciones de la ciudad de Córdoba. En Bailén, el 19 de julio, tuvo una destacada actuación, y ese mérito le valió no sólo una condecoración, sino también su ascenso a teniente coronel, más la amistad con el General Arturo Malet, Marqués de Coupigny. Este conductor lo designó su ayudante, y en tal carácter debió acompañarlo en Cataluña, en Extremadura y también en Portugal. A partir de enero de 1810 -año muy importante para los territorios españoles de ultramar- San Martín continuó desempeñándose como ayudante de Coupigny, y participó con éste, en Portugal, en la lucha librada sobre la zona de la posición de Torres Vedras, elegida por Wellington para rechazar la embestida francesa del mariscal Massena sobre Lisboa.
La defensa de Cádiz -una de las pocas ciudades no ocupadas por Napoleón- y las deliberaciones del congreso que luego promulgó la constitución liberal de 1812 en España, obligaron a Coupigny y a su ayudante, San Martín, a trasladarse a esa zona. Fue entonces cuando el futuro Libertador tomó contacto con un grupo de americanos, y supo de los movimientos revolucionarios de Caracas, Buenos Aires y de otros lugares. Al enterarse de tales acontecimientos, cada uno de estos soldados americanos decidió regresar al país de su nacimiento, a fin de prestar servicios en la lucha que, según calcularon sabiamente, se habría de empeñar. El futuro de los territorios hispanoamericanos estaba destinado a caer en manos de uno de los vencedores del enfrentamiento entre Francia y Gran Bretaña. Portugal también podía aprovechar la oportunidad para reclamar supuestos derechos a la herencia española. Ante ese dilema, la opción no podía ser otra que la independencia. La guerra en la península, aún indecisa contra el invasor francés, continuó todo ese año de 1811, con suerte variada para ambos bandos.
El 14 de septiembre, el Teniente Coronel San Martín se embarcó hacia Londres, desde donde viajó luego a Buenos Aires. Para él, había terminado la importante etapa europea, plena de experiencias políticas y militares, y comenzaba, a partir de marzo de 1812, su contribución a la gesta independentista.

REGIMIENTO DE GRANADEROS A CABALLO

El 9 de Marzo de 1812 fondeó en Buenos Aires la fragata Jorge Canning, procedente de Londres, trayendo a su bordo al Teniente Coronel don José de San Martín.
El Triunvirato le encarga a San Martín la creación de un regimiento de granaderos a caballo.
El Libertador crearía el arma basándose en los poderosos granaderos del ejército Francés comandado por Napoleón además de dotarlos de un estilo propio y adecuado a las exigencias de la época. El Regimiento estaba dividido en dos compañías integradas por oficiales y soldados de todo el país.
El reclutamiento era minucioso, a todos se les exigía una elevada talla y mucha maestría como jinetes. El Regimiento sería disciplinado y sometido a un alto entrenamiento que tendría como resultado a hombres responsables, apasionados por la Patria y el deber, capaces de acometer los mayores esfuerzos en pos de la libertad americana.
El bautismo de fuego lo tuvieron en el combate de San Lorenzo y más tarde en la gloriosa epopeya de libertar Chile y Perú.
Exigente al extremo consigo mismo el Jefe del Regimiento de Granaderos estableció un código de honor al cual debían ajustar su conducta todos los oficiales.
Se reputaban delitos:

1º Por cobardía en acción de guerra, en la que aún agachar la cabeza será reputado tal.

2º Por no admitir un desafío, sea justo o injusto.

3º Por no exigir satisfacción cuando se halle insultado.

4º Por no defender a todo trance el honor del cuerpo cuando lo ultrajen a su presencia o sepa ha sido ultrajado en otra parte.

5º Por trampas infames como de artesanos.

6º Por falta de integridad en el manejo de intereses, como no pagar a la tropa el dinero que se haya suministrado para ella.

7º Por hablar mal de otro compañero con personas u oficiales de otros cuerpos.

8º Por publicar las disposiciones internas de la oficialidad en sus juntas secretas.

9º Por familiarizarse en grado vergonzoso con los sargentos, cabos y soldados.

10º Por poner la mano a cualquier mujer aunque haya sido insultado por ella.

11º Por no socorrer en acción de guerra a un compañero suyo que se halle en peligro, pudiendo verificarlo.

12º Por presentarse en público con mujeres conocidamente prostituidas.

13º Por concurrir a casas de juego que no sean pertenecientes a la clase de oficiales, es decir, jugar con personas bajas e indecentes.

14º Por hacer un uso inmoderado de la bebida en términos de hacerse notable con perjuicio del honor del cuerpo.

En enero de 1826 se cierra el ciclo glorioso y regresan a Buenos Aires los restos del Cuerpo después de 11 años de lucha, al mando del Coronel Bogado, quien fue el último Jefe del Regimiento de la primera época. Sus armas, se depositaron en el cuartel del Retiro de donde un día las habían tomado para iniciar la gesta, se guardaron en una sencilla caja de madera en la que se colocó en bronce, esta simple pero elocuente inscripción: "Armas de los Libertadores de Chile, Perú y Colombia". El Regimiento "que nunca fue rechazado y cubrió de laureles a la Patria, había hecho honor a las palabras de su glorioso Jefe "de lo que mis Granaderos son capaces sólo yo sé; quien los iguale habrá, quien los exceda no".
En 1903 se firma el decreto de recreación del Regimiento y en el año 1907 durante la Presidencia del Doctor Figueroa Alcorta se le confirió la función de ser escolta presidencial.
Por decreto del Poder Ejecutivo Nacional de fecha 24 de octubre de 1997 es declarado Monumento Histórico Nacional a las instalaciones del cuartel de Palermo del Regimiento de Granaderos a Caballo "General San Martín".

GOBERNADOR DE CUYO Y CRUCE DE LOS ANDES















El 29 de noviembre de 1813 el segundo Triunvirato creó la Intendencia de Cuyo, integrada por las provincias de San Juan, San Luis y Mendoza, con capital en esta última. El 10 de agosto de 1814 fue nombrado José de San Martín (por entonces en Córdoba, recuperándose de algunos problemas de salud) como Gobernador - Intendente de la nueva región. Impulsó en forma apreciable el desarrollo de la agricultura, la ganadería, el comercio y la minería durante su gobierno de Cuyo. Llevaba un mes en su nuevo cargo San Martín, cuando arribaron a Mendoza los patriotas chilenos derrotados por los realistas en la batalla de Rancagua. Con la llegada de estos emigrados comienza San Martín la preparación de un ejército que, cruzando la cordillera de los Andes, intentaría la liberación del territorio vecino, para pasar después al Perú, idea ésta que desde tiempo atrás tenía la intención de realizar. Para llevar adelante este proyecto habría que crear dos frentes de operaciones: el del oeste y el del norte. Para el primero se prepararía en Cuyo un ejército que cruzaría la cordillera, apoyaría a los chilenos en su lucha contra las tropas del virrey del Perú y, finalmente, marcharía hasta Lima. Una vez iniciada esta expedición, por el norte se avanzaría hacia el Alto Perú. O sea que el plan sanmartiniano era concebido como un movimiento de pinzas que deberían cerrarse sobre el Perú para terminar con el poderío borbónico en América. Se llamó a este proyecto Plan Continental. La organización del Ejército de los Andes recibió gran impulso al ser elegido Juan Martín de Pueyrredón como Director Supremo, quien dio apoyo financiero, no obstante los escasos recursos de que disponía el país. El ejército de los Andes se formó con tropas de los ejércitos del norte y del litoral, con la base para la caballería de los cuatro escuadrones del regimiento de Granaderos a Caballo (creado por San Martín), pero el mayor aporte lo hizo la misma Cuyo, con un gran número de voluntarios, incluidos los negros esclavos y los libertos, que hasta entonces poco eran tenidos en cuenta. Llegó así a reunir San Martín un ejército de aproximadamente 5.500 hombres (entre hombres de tropa y milicias), 10.600 mulas (fundamentales para el cruce de los Andes, ya que por estar adaptadas a la altura, podían cargar con todo lo necesario), 1.600 caballos (de los cuales llegaron a Chile aproximadamente 800, pérdida esta que ya había calculado San Martín) y 700 cabezas de ganado, además de la artillería y provisiones. Enorme ayuda prestó al Libertador, fray Luis Beltrán, a quien se encargó la elaboración de cuanto material de guerra y utensilios se pudieran necesitar para el cruce. En el campo de El Plumerillo, cercano a la ciudad de Mendoza, instaló San Martín el campamento de preparación del ejército. La preparación de las tropas estuvo terminada a fines de 1816. Para efectuar el cruce, San Martín repartió su ejército en cuatro columnas menores y una mayor, a su vez subdividida, que avanzaría por los pasos cordilleranos de Uspallata y Los Patos. Las menores lo harían, respectivamente, desde La Rioja por el paso de Come Caballos; desde San Juan por el de Guana y desde el sur de Mendoza por los del Portillo y del Planchón. Había confiado San Martín al ingeniero Alvarez Condarco la inspección previa de estos pasos de montaña, por los cuales haría pasar su ejércitos, superando alturas de más de 5.000 metros, soportando en la noche temperaturas de hasta 20 grados bajo cero. No registra la historia universal una empresa que pueda ni siquiera acercarse a lo realizado por el Ejército de los Andes. Acompañaron a San Martín en el mando del ejército libertador Miguel Estanislao Soler, Juan Gregorio de las Heras y el chileno Bernardo de O`Higgins. El grueso de las tropas partió el 18 y 19 de enero de 1817. Tras cruzar la cordillera, San Martín venció a un ejército realista en la batalla de Chacabuco, librada el 12 de febrero, y dos días después entró en Santiago.
Preparativos para el cruce
"Después del estómago, ocupóse de los pies, vehículos de la victoria. Dispuso, para suplir la falta de calzado y no gravar al erario, que el Cabildo remitiese al campamento los desperdicios de cuero de las reses del consumo diario, para construir con ellos tamangos, y que los mismos soldados preparaban. Llevóse la economía al último grado a que jamás ha llegado, para demostrar, cómo se pueden realizar grandes empresas con pequeños medios. Publicóse por la orden del día y se proclamó por bando a son de tambores, que se reuniesen en almacenes los trapos viejos de lana para forrar interiormente los tamangos. Con los cuernos de las reses, se fabricaron chifles para suplir las cantimploras, indispensables en las travesías sin agua de la cordillera. Por un bando, mandó recoger todo el orillo de paño que se encontrase en las tiendas y las sastrerías de la ciudad, que distribuyó entre los soldados para suspensorios de las alforjas. El asunto que más lo preocupó fueron las herraduras de las bestias. Celebró conferencias con herreros y arrieros, y después de escucharlos atentamente, adoptó un modelo de herradura, que envió al gobierno, encargando a un oficial la llevase colgada al pecho como si fuese de oro y la presentara al Ministerio de la Guerra." (Relato del general Gregorio Espejo, quien fuera subordinado del general San Martín en el Ejército de los Andes, en el "El Cruce de los Andes").
Mapa de los seis pasos que atraveso el Ejército Argentino para liberar Chile. (clic en la imagen para ampliar).