LA FANFARRIA MILITAR "ALTO PERU"


La fanfarria militar “Alto Perú”, del Regimiento de Granaderos a Caballo “General San Martín”, fue creada el 18 de febrero de 1926 por propuesta del ministro de guerra, que decía:
• VISTO el expediente M.129 del Regimiento 1º de Caballería Escolta Presidencial “Granaderos a Caballo - General San Martín”, lo informado por el señor Inspector General del Ejército y teniendo en cuenta las funciones que le corresponden como Regimiento Escolta de su Excelencia el Señor Presidente de la Republica;
El Ministro de Guerra
Resuelve:
1º organícese la banda de música para el regimiento Nº 1 de Caballería Escolta Presidencial “Granaderos a caballo General San Martín”, con el personal que actualmente tiene, completándolo hasta el número de treinta y tres con personal de las bandas de música de los institutos y cuerpos de infantería del ejército, a razón de uno por unidad. En el año 1971 por orden del día del regimiento Nº 218/71, se le imponen distintas denominaciones a cada subunidad del regimiento, correspondiéndole a la fanfarria militar la de “Alto Perú”.
En nuestros días, la fanfarria militar “Alto Perú” como parte del regimiento, cumple con la misión de escoltar al señor presidente de la República, a otros dignatarios extranjeros que visitan nuestro país, como también recibir a embajadores en el momento de acreditarse como tales.
Tras la visita a nuestro país en el año 1997 del presidente de Francia Jacques Chirac, la fanfarria fue invitada a participar del “II Festival Internacional de Música Militar” realizado en la ciudad de Niza, convirtiéndose en la primer banda o fanfarria que haya pisado suelo europeo.
• Difusión del patrimonio musical argentino
La Fanfarria Militar “Alto Perú” como parte del proyecto de difundir el patrimonio musical argentino a realizado la grabación de dos
compactos, uno de marchas para caballería y otro con canciones patrióticas argentinas en conjunto con el coro de la Universidad de Belgrano. En todos los tiempos, los toques militares han existido y han animado a los ejércitos, especialmente a las unidades de caballería que los necesitaba para transmitir las órdenes.
Se la denomina fanfarria por las características de sus instrumentos, compuestos por instrumentos metálicos, de manera de poder ejecutar los sones a caballo y en movimiento. Por extensión también se reconoce como tal a aquellos agrupamientos que se encuentran capacitados para interpretar música montados a caballo. Los oficiales, suboficiales y soldados de la fanfarria usan en la manga izquierda de su uniforme el escudo "yo soy de los vencedores de pasco" que fuera otorgado por el capitán general y en jefe del Ejército Unido Libertador del Perú, el 18 de diciembre de 1820, a los granaderos que participaron en la batalla, librada el 6 de diciembre de 1820 por una división del ejército libertador al mando del general Juan Antonio de Arenales en las Sierras del Alto Perú, cerca de la ciudad de Pasco.

BANDAS MILITARES DEL EJERCITO DE LOS ANDES
Las bandas de música del Ejército de los Andes merecieron elogiosos comentarios en Chile y Perú. Damián Hudson en sus Recuerdos Históricos nos trae a la memoria estos conjuntos al referirse al juramento de las banderas en Mendoza: «A la hora conveniente el ejército de gran parada, se puso en marcha dirigiéndose a la plaza al son de cuatro músicas militares que poseían los cuerpos de infantería y de las bandas de cornetas de la caballería... las aclamaciones del pueblo se sumaron a las marciales armonías de las bandas de música, de tambores y clarines...». El mismo autor describe la partida de Mendoza del Ejército de los Andes, el 20 de enero de 1817: «Un inmenso pueblo estaba allí reunido para dar el adiós al ejército. Este salió de su campo de instrucción, llenando el aire los marciales acentos de sus músicas militares, de sus numerosas bandas de tambores y clarines, cuyos ecos repercutían en el pecho de cada uno de aquellos valientes. Al romper la marcha aquél, atronó el ámbito del campamento con vivas a la patria, al Ejército de los Andes, levantando en alto sus sombreros y pañuelos, mientras las ordenadas e imponentes columnas se alejaban y se perdían a lo lejos"
Las bandas más famosas del ejército de San Martín fueron las del batallón N° 8, que dirigía Matías Sarmiento, y la del batallón N° 11, que había obsequiada a San Martín el señor Rafael Vargas, acaudalado hacendado mendocino. En 1810 el señor Vargas había enviado a Buenos Aires a 16 de sus esclavos negros para que se les enseñara la música de instrumentos de viento, encargando a su apoderado que hiciera traer de Europa instrumentos, música y uniformes. Después de cuatro años regresaron los negros a Mendoza formando una banda completa de muy regular capacidad. Se supone que estos esclavos fueron alumnos de Víctor de la Prada, que en 1810 dirigía una academia de música instrumental en Buenos Aires (véase el Correo de Comercio del 24 de marzo de 1810). El General Jerónimo Espejo, en su libro El paso de los Andes, expresa: «Cuando en 1816 San Martín realizó la expropiación de los esclavos, el señor Vargas le obsequió la banda completa con su vestuario, instrumental y repertorio de música». El músico chileno José Zapiola en su libro de memorias. Recuerdo de Treinta Años, aporta interesantes detalles sobre las bandas del ejército patriota que transcribimos a continuación:
En 1817 entró en Santiago el Ejército que, a órdenes del Gral.San Martín había triunfado en Chacabuco. Ese ejército ingreso con dos bandas regularmente organizadas, sobresaliendo la del Batallón Nº 8 compuesto en su totalidad de negros africanos y criollos argentinos, vistiendo uniformes a la turca. Días después de la batalla de Chacabuco, se publicó el bando que proclamaba a Bernardo O'Higgins Director Supremo de Chile, el pueblo entero al oír aquella música, creía estar en la gloria, según decía. Estas bandas eran superiores a la única en poder de los realistas en el batallón Chiloé. Uno de estos conjuntos marchó al Sur con el Batallón N° 11; mientras la del Batallón Nº 8 quedó en Santiago. Mi afición a la música me hacía asistir a todas las horas en que esta banda funcionaba. Los oficiales me miraban como si perteneciera al batallón. Contraje amistad con el músico mayor, Matías Sarmiento, que tocaba el requinto y enseñaba a la banda, instrumento por instrumento, haciendo oír a cada uno su parte por separado, y siendo él el único que sabía algo de música; pues todos la ignoraban y aprendían de oído lo que él les repetía.
Este modo de aprender es muy difícil para el que enseña y para el que aprende; pero la costumbre había facilitado el trabajo; a lo que debe agregarse que las piezas que se ejecutaban eran de poca extensión, consistiendo en marchas, paso dobles y valses. El flautín de la banda me había enseñado a conocer los signos y algo de la escala de la flauta. En cuanto a los valores, los ignoraba completamente, y nada pude aprender en esa parte. Sarmiento, antes de enseñar a los demás, tenía que estudiar el primero y el segundo clarinete; los otros instrumentos acompañaban como podían; y como leía la música con mucho trabajo, yo, que me ponía a su lado cuando estudiaba, y le seguía con la vista en el infinito número de veces que tenía que repetir cada frase, aprovechaba para mí el prolijo estudio que él hacía. En 1820 era tambor mayor del Batallón N° 8, el sargento Moyano, cuya fisonomía estaba marcada por un horroroso chirlo que le atravesaba todo un lado de la cara. Este sargento tuvo parte principal en la entrega de las fortalezas del Callao, en que fue fusilado el heroico negro Falucho».